Michelo

En tu ventana te encontré

Mirando hacia el techo
escuchando de la calle sus sonidos,
un suspiro te acercó
a tu ventana y te encontré…

Eras tú en mis latidos
sin pensar en encontrarte
ahí dentro yo te vi,
tu imagen empañada cerca al vidrio...

Me viste y yo te vi, creí ver un rubor
¿fue eso una sonrisa?
un parpadeo en la emoción,
andando por ahí...

De tu hogar te vi salir
a la parada del bus me dirigí
te vi retroceder y en suspenso
algo teníamos que decir!

¿A dónde vas? te pregunté
Te noté insegura al responder
A tu casa? con una tía? donde una amiga?
¿A tantos lugares? Pregunté

Y el bus sin pasar ya por aquí,
A la biblioteca el bus quise tomar
Diciéndome tú, aquel que espero no pasa aquí,
Si tú también vas, vamos juntos por ahí!

Si no soy callado le dije al preguntar
tan solo es tu gran forma de hablar!
Y riendo entre los dos ¿Cómo te llamas me preguntó?
le dije: Samael pero dime Sam y tú Kim ¿no es así?

Entre nosotros algo entrelazó sin saber aún bien yo,
Reflejado en su ser, sentados en columbios
Llamadas al celular antes de medianoche
Y sin apuros en su casa tenía ella que estar

Volaba el tiempo al haber siempre algo que contar
Como si los dos juntos nacimos para estar.

Una noche al asomar por tu ventana yo te vi
tu pasión se hacía por mí más fuerte, pude ver
En una mirada yo y tú, me invitaste a pasar
Te dije vengo por ti y para siempre junto estar

Con tal pasión entre los dos,
me deseaba y yo también, e insistiendo
dije: ¡ven conmigo afuera mi bella kim!
Ella en su cama: ¡ven y besame contestó!

No quiero verte llorar volemos juntos respondí
me dejaré amar nada más, me contestó

La sed, su legua por vez primera
quería apagar, el deseo acrecía más
rosas rojas derretían de su cuerpo y de su ser
frío, dolor, placer conjuntamente
en un temblor en nuestras almas

Con un beso, un susurro ella pudo amarme,
con una sonrisa en su rostro
y un gran beso entre su frente tuve que partir

Pues en aquella casa que le dije alguna vez
que vivía no habitaba en más de 5 años yo…
y ya sin nada que decir me tuve que marchar …

(Del cuento: Kim de Sam)