Gerardo Barbera

EL PUENTE DEL AHORCADO

 

El viento apenas toca mi piel,

la señora de manos extendidas

camina como huyendo de las voces,

nadie saluda, como si yo no existiera,

las horas se desvanecen

mi gata se duerme,

le acaricio y cierra los ojos,

todos caminan como sombras.

 

La artritis destruye el alma,

la sangre se hace dolor,

el árbol del camino,

una cuerda, llegará el descanso.

 

Por eso siguen su rumbo,

yo  espero la noche,

a la orilla del árbol,

a veces grito con furia,

la artritis, la artritis,

corren asustados,

cuentan historias de miedo,

el Puente del Ahorcado,

al sur de Valencia, en plena autopista,

sigo sentado con mi gata,

y cuando duelen mis dedos

se escucha el aullido

del espanto en el Puente del Ahorcado.