Xilos

Samarcanda

Se despertó desorientado,

sintiendo la boca seca y arenosa,

la cara húmeda y tirante,

las extremidades acorchadas.

Dolor y ardientes punzadas por todo el cuerpo,

que era como de trapo.

Alrededor un infierno de chatarra humeante;

una oleada de náuseas lo invadió.

Lo último que escuchó fue que sobrevolaban Samarcanda.