José Luis Barrientos León

Mi vejez

 

La vida se dilata, sin prisa,

como esbozando lentamente la silueta de mis versos,

y las formas de mis deseos que sueltan lentamente,

sin palabras que invadan el espacio de mis sueños,

ni sombras que se amontonen en las esquinas de los recuerdos,

el pasado son horas viejas que olvidamos hace tiempo,

y el presente, el botín que se asoma en la frontera del espíritu

 

He dejado la pesada carga de mis deseos

que se guardaban como fervor íntimo,

a la espera de la ternura.

Me he subido de puntillas sobre la nieve de mis nostalgias

hasta equilibrar la balanza de mi gozo y mis pesares

 

He creído soñar de tanta dicha,

ahora que los calendarios caen lentamente, 

demasiado tarde, quizá demasiado tarde

la senectud me dirime los litigios de la consciencia.

Ya no hay pájaros gigantes posándose sobre mi ética

Ni dogmas que me enjuicien o preceptos que me condenen

 

La vida se dilata, casi sin darme cuenta,

pronunciando palabras sin peso,

 en medio de las tormentas.

Ofrendando lunas a los dioses del tiempo,

para que me deslumbre el amor

con los pétalos de un beso

 

He descubierto la libertad

al desnudar mi cuerpo anciano,

sin ambages ni temores,

ante tus ojos desmesurados,

ilusionando desfallecer junto a tu pecho arcano,

para descubrir que no es muerte,

morir en tus tibios brazos.