Manuel Valles

Oda al gato

¡Hermoso animal!

Sal esta noche

a jugar entre la hierba, te lo pido,

sal y contempla la luna

con tus ojos, luminosos,

como luciérnagas

en el fondo de un pozo abierto.

Sal con tu maullido

parecido a una aguda ráfaga de viento

y acompaña el insomnio

de este poeta viejo, y luego,

con tus patas que adoro,

vuelve cautelosamente 

a mi lado, pequeño,

vuelve para que mi mano

juegue sobre tu lomo

y contento des un salto

de la cama al ropero,

del ropero a la mesa,

de la mesa al librero

y caiga estrepitosamente

un mamotreto al suelo.

 

¡Hermoso animal!

Tu ronroneo

es una bella canción de cuna

invitándome al sueño.

Quiero verte siempre

dormir al pie de mi cama,

como espantándome a la muerte.

Ven y acurrúcate 

en el hueco de esta noche

junto a mi cuerpo,

que tus bigotes acaricien

la orfandad sin fondo

de mi existencia vana,

y que una leve sonrisa en mi rostro

se asome anunciándome

tu inconfundible presencia 

de constelación y sombra.

Tu silencio, pequeño amor,

rebota a veces en el eco de las cosas,

como el aire.