Rigo F. Garay

El inconveniente llama

Cuando se es esclavo de los impulsos naturales, banalidades de la cotidianidad y un completo seguidor de los deseos impropios, inmorales e improductivos; se tiene asegurada una vida estancada, poco animosa, sin ímpetu, desanimada y orientada a los vicios y depravaciones del ser.

 

Más en cambio, cuando surge de la fuerza interior que todos tenemos, un pensamiento inspirador: a lo digno, a lo justo y lo hermoso de la vida; es claro que se ha alcanzado el grado de sabiduría y de amor adecuados, para disfrutar de una bella tranquilidad interior, una laboriosidad constante por el bien y, sobre todo, la capacidad de comprender lo que somos. Y a partir de ahí, amarnos y amar todo lo que nos hace ser mejores; y acercarnos a la perfección, a la cual, el gran Dios nos invita.