Caen de sus movimientos
tantas luces,
tantas voces,
tantos lamentos.
Propietaria de una sensualidad intravenosa
que de a chorros o gotas
te vulnera.
Donde pisa su mentira,
cruje la renuencia.
Paga caro ser mi Dios.
Bendito Buenos Aires
por sus piernas constrictivas,
benditas las víctimas de su fe.