Eugenia Aguirre

¿QUÉ FUE LO QUE PASÓ?

 

La impresión es lo único consistente que resta de aquello que pintaba como pareja. Ya no se les ve más por la calle a esos dos seres que caminaban por la noche y la mañana sin hablar nada, diciéndose todo. Ya no se acorrala a la casualidad para lograr encuentros que terminaban invariablemente en confesiones de amor y deseo para callarse reproches y preguntas con besos. Se quedaba corta la noche en tiempo, pues no alcanzaba para cobijar la cantidad de abrazos, caricias y susurros que dos se procuraban.

 

 No más promesas no dichas; ahora se cuenta con la corrección y se hacen citas en medio de lo correcto, con horas y fechas fijas y hasta se habla del vestido adecuado para no quedar mal. ¿Qué si se cumple o se falta? Es lo de menos, a nadie le importa asistir ya. La voz entrecortada entre tímida y temblorosa no permitía a las explicaciones aflorar pero la agitación bastaba, pues no era el reflejo de todo lo que se quería decir. Ya no hay dudas, los hechos son obvios y no hay más porqué aclarar o esconder lo que se sabe como OLVIDO, ABURRIMIENTO o FALTA DE GANAS DE CONQUISTAR LO QUE UN DÍA SE GANÓ?

 

¿Dónde terminó todo? ¿En qué momento se acabó la verdad para convertirse en camino borroso sin meta? Ya no hay estación para detenerse, se partieron los pasos paralelos y ya no se espera la noche que rinda más tiempo porque su cobijo ya no arrulla a nadie. No se acicala más el cabello lustroso, pues suelto o trenzado no importa si lo verán o no. Más aún, con tanta indiferencia concreta, queda algo más que una amistad y algo menos que un amasiato: quedan dos personas suspendidas en medio de la casualidad, dos hilos y algo de rescoldo que no es ni rencor, ni amistad.

 

Eugenia Aguirre