Octavio Márquez

¡Corre!

Sólo hace falta un beso que 

derrita tu carne.

 

¡Corre!

Pierde el alarido de tu corazón

entre las suaves hojas de otoño.

 

¡¡Corre y huye!!

Que se necesita un beso para hacerte

más letal del depredador.

 

Y se caiga tu lana.

Y crezcan tus colmillos.

 

¡¡¡Corre!!!

Que unicamente hace falta el roce de los labios

para que te hagas zarpas.

Y te hagas víperas con tus piernas entre mi carne.

 

Corre del fuego bajo tu falda. Que se hace

grito y gemido.

Electricidad y ansia.

 

Conciencia primitiva que no piensa.

Que desgarra mi espalda con tinta de galaxias.

Que te hace apretar las piernas en el abrazo 

silente de la noche.

 

¡¡¡Corre de lo que no puedes huir!!!

Corre de tu carne y de la mía.

 

Corre con labios apretados y saliva

tibia.

 

Corre  del rubor que nace

por tu pensamiento.

Voragine que te atrapa

y envuelve cada poro erizado del tapiz tegumentario.

 

Corre como tu acelerado corazón. 

Corre del suave tacto que niegas cuando toca la

delicadeza de la flor.

Corre del rocio que aparece cuando la lluvia se va.

 

Así que corre. Y niega ese roce,

la chispa que infundió vida a tu flecha.

Niegame hasta que me encuentres en las cuerdas

vocales que tensan mi nombre,

y mis manos en tu cintura.

 

Corre hasta que tu mano abrace mi corazón, y nos

perdamos en el claro del sol matutino.

 

Octavio Márquez