Carlos Brid

UN AYER GRIS

UN AYER GRIS

Ayer estuve triste.

Ayer y muchos ayeres donde me perdía

entre los pliegos de los grises y encogido

en la corteza de no saber porque llegue ahí

ni entender porqué se derrumbó casi todo.

Es que a veces nosotros, no somos los mismos

nos miramos en la orilla y no reconocemos el brillo

o quizás ya no exista esa lumbre y la negación,

sea la nueva cara de las mañanas y además

la música de ayer no se escuche igual

nos sumerge en los túneles de las preguntas.

Ayer y otros ayeres

sumaron una pared peligrosa

donde daba miedo apoyarse

porque tenía el latido del peligro

y el mango del látigo.

Ayer y otros anocheceres,

la almohada no protegía,

no era un pedazo de jardín con tréboles.

Pero fue ayer…

Y de pronto se detuvo el tiempo.

Surgió la magia del detenimiento

y en una anodina frontera temporal

comenzó a crujir algo del otro lado

y una tenue lucecita fue venciendo el azabache

y yo que ya no quería estar,

comencé a llorar

a sacar como una vertiente

todas las lágrimas contenidas

y en la inexactitud del desconcierto

la aridez de ese desierto  

dibujo una colina lejana

Y supe o presumí que hacía allí…

recuperar el que alguna vez fui.