Marcos Gaviola

MeditaciĆ³n sobre la higuera II

El inclemente sol y la cruel helada,

surcaron tu piel dejándola ajada:

a pesar de ser joven, luces anciana,

y por ser áspera y fea,

me inspiras amor, querida higuera.

 

Dejaste que los niños fueran a ti,

perdiste tus hojas entregándote así:

alzaste niños, que felices se hamacan

de a cuatro… a horcajadas

quebrando tus frágiles ramas.

 

Te quedaste pequeña, para cuidar

que los niños no caigan al trepar,

¡tantos pequeños en tus ramas cobijas!:

sacrificaste el fruto,

como abnegado y maternal tributo.

 

Camino a Monterrey, que es el Calvario,

llegará Jesús a Pilar Solidario,

te hallará sin hojas, y con niños colgando:

por ser áspera y fea

te dirá que eres hermosa, querida higuera.