Voy a guardar mis besos
para cuando esté contigo,
para cuando tu camino
se haga uno con el mío.
Los guardaré con paciencia
bajo el talud de las nubes,
para que caigan intensos
gota a gota, sobre tu piel
como aromas de incienso.
Los guardaré en la frescura
aluvial de las mariposas,
y que vuelen a posarse
con insaciable ternura
en la miel de tu boca roja.
Los guardaré con la niebla,
en la brisa de la mañana,
y con el velo de la tarde
en el grana caer del sol.
Los guardaré en todas partes:
en las esquinas del aire,
en la sombra de los ríos,
en los senderos que pases
y en el calor de los nidos...
para que nunca te falten
mis besos de amor henchidos.