Nik Corvus Corone Cornix

Corte a Medida

El sonido empieza
como si todo oyente derredor
esperara a que suceda, menos yo,
la cortina se cierra
y este corazón por fin
es partido en dos.

Luego de una danza
estúpida y sin éxito,
con el tiempo, tan solo
el recordarme hace daño.

Estas lágrimas bondadosas no acaban,
contando a mis mejillas en besos
cuanto esperaron por salir al aire
en lagrimales resecos y de piedra.

Cuando al fin logro derribar
mis propias murallas,
me encuentro ante las de otros,
detengo en pesares
y me arrodillo, rendido,
pensando quien es el cruel aquí.

Conservo su foto, sus fotos,
auque ella no conserve las mías,
aunque ella no piense
que soy buena persona.

Lo seré? Lo último que recuerdo
es que soy dos personas.

Podré seguir a pesar,
pero la marca es a fuego,
la llevo en la frente
como animal condenado.

Dices que ya no tengo que ofrecer,
y quizá así lo sea,
quizá mi condena
sea finalmente no compartir nada
con nadie.

He cambiado, ya no soy
el resuelto, alegre, confirmado,
el esbelto, listo y conforme.

Ya no soy esa persona maravillosa
que acompaño a otra
en un viaje estelar y magnífico.

Me convierto más y más en el cuidadoso,
el torpe, dejado, el memorioso.

En ese ser pensativo,
que siente nada más que depresiones
una tras otra y cada vez
con el puño mas cerrado y firme.

Tan solo una mano.

Ni siquiera un cuerpo,
ni maneras ni ojos.

Tan solo una mano,
que acaricie este profundo
pesar.

Que saque provecho de ese otro.

Que ame.