Nan

La oscuridad perenne.

                                                                                            

Solitaria y harapienta

como alma vacía inmunda

navegas en un oscuro mar picado

sin rumbo, hacia la soledad incierta

desvalida, descalza, arrastrando los pies 

sobre pedregosas sendas

muestras el esperpento de tu desnudes,

con un letargo de tristeza en su mirada

reflejo del espejo de tu propia mente,

sonriéndote a ti misma,

bufoneada al escarnio, por tus propios egos

aquellos que en tus aciagos días

alabaron tus pecados.

                                                                                            

No será de ti la paz, lo sé

Presiento, que nunca lo será

largo y doloroso será el camino a su encuentro

    abrumando y marchitando lentamente tu alma     

            

Que te espera, réproba urgida de perdón,

las frías y oscuras mazmorras del olvido,

o tal vez el fuego que arrase tu sierpe para siempre,

con un sufrimiento de pena, y un alma atrapada hasta su ocaso. 

ceñida a tu sombra, como penitencia

azotada por el silencio de la soledad

varada en umbrosos parajes

a la espera de tu sentencia,

llena de cicatrices…ladrarán los perros

y entre crujir de dientes, en tu agonía infinita, morirás

No…no será de ti la paz, lo sé.