Raúl Carreras

Cuentan...

Cuentan que fue en una noche
de brillos y gatos pardos,
como sus ojos felinos,
ardientes e interesados.

Ella fue quien se acercó
a mí, que estaba borracho
en una barra de bar
de otro pueblo no lejano.

Cuentan que al salir de allí
fue el momento de besarnos,
cuando el rumor de la música
era un murmullo apagado.

Cuentan que con el calor
de esa noche de verano
y los roces y caricias
ambos nos fuimos quemando.

Cuentan que una luz de luna
en el cosmos estrellado
perfilaba los contornos
de dos cuerpos despojados
de la ropa y la prudencia,
acostados en el campo,
exhaustos y sudorosos
amándose sin reparo.

Cuentan que la luz del alba
vio una figura de infarto
la de aquella chica anónima
que gemía entre mis brazos.

Nos vimos una vez más,
en la platea de un teatro,
ella en patio de butacas,
yo subido al escenario.

Cuentan que ella me miraba,
yo, que miraba a otro lado,
y que al girarme de nuevo
los ojos no se encontraron.

Cuando terminó la escena
todo lo había olvidado,
y el recuerdo de esa noche
lo cuentan hoy otros bardos.