Carlos Hector Alvarez

Mamá

 

  Hoy es tu día, madre querida 
y  no estas conmigo.
¡Te extraño tanto!
No hay una noche
en que no te recuerde.
Deseo tanto tus besos,
y tus abrazos, como aquel
que me  diste, según mi papá,
cuando me pusieron en tu regazo
por primera vez.
La primavera, estaba en plenitud
hacia calor y llovía con fuerza,
los refucilos y los truenos no cesaban
y vos, entre risas le decías: mira Viejo 
no les tiene miedo,
será un hombre fuerte
y nos dará muchas alegrías, 
y él, tal vez, para no ser menos,
exclamaba, será un buen hijo.
Cuantos sueños e ilusiones, madre mía,
que se fueron plasmando en realidades
otros te las quedé  debiendo.
Fueron muchos los desengaños
y los disgustos que te di,
la palabra perdón, 
flota en cada encuentro, 
con tu recuerdo,
pero no, los suficientes, 
aún cuando sé, que fui perdonado.
Lo supe por ese beso, corto y triste
que te di al despedirme
y vos apretabas mi mano,
era el último adiós,  no me dejaron
estar a tu lado como quería, 
prolongando mi abrazo eternamente
diciéndote ¡Cuánto te amo!
como te lo digo hoy, en tu día.
Volveremos a estar juntos, lo sé
sin dolores, ni remordimientos,
que empañen nuestra unión.
¡Hasta entonces madrecita mía!.