La rueda enérgica mira carente de presunción
el empapado rastro de agua en mi atavío.
Debatiendo con los restos de razón
sobre el frío tarro del vacío.
Viejo ayer de humo con enmudecido tacto.
Mar de letras inagotables de ceniza.
El delirante desborda con prisa
líneas del rostro interno.
Prominente noche que al cielo su presa
con la danza que recorre el Atacama.
Espejo coloreado con cerveza
por la luz de la ventana.
El guiño de la luna acaricia mi rostro
Con una demorosa carcajada.
Yo sé. Tú, ella, nosotros.
Hoy, mañana.