Sierdi

CELANDO MI DONCELLA

 

Mi dama. Que en la cordura llamo;

Mi poseedora, la mujer que amo.

En mi paradójica y simple genialidad;

Mi cordoncillo de rosa, mi preciosidad.

 

Si, alguien catara sus dulces labios, sin tocar su existencia.

Acariciando la belleza, de su boquita, lejos de su presencia.

Bebería una ronda, no servida de sus purpúreos brebajes.

Sucumbiría en el acto, a femeniles y eficaces efluvios letales.

 

Pero ¡ay!, si te atreves a besar esos labios.

Devastación, hecatombe, fin del universo.

Donde hurgaron, mis zalameros labios.

 Ahí, es prohibido, para los demás…

 

El celador dormido,

Lo velaron despierto.

Lo que cuida el centinela;

El ladrón lo anhela.

¡Pero se respeta!