Matias 01

¡Ah, tus ojos…!

¡Ah! ¡tus ojos de la luz dormida!

Tus ojos que desgarra a la noche,

que hiere,

que apaga el dolor tan fácilmente,

que me deja ciego en tu boca rosa

y devuelve a la inocencia

a quien lleva la oscuridad

sobre sus hombros;

Ojos de larga lagrima,

como un río que se despierta triste

cuando el amor puro

se hace un presagio de la muerte.

 

Nadie jamás me arranca -como ella-

de las telarañas de la ausencia;

Se levanta -siempre- y se eleva

como las mariposas

para hacer la primavera

sobre las hojas muertas del insomnio,

para reconstruir mi rostro

de ahorcado

con el secreto de su cuerpo.

Y me mira con esos ojos de luz elíptica

donde se amanece en la vida

y el sol gime porque no dormita jamás.