José Luis Barrientos León

Existencial

 

El agua no mira atrás.

El tiempo ha pasado,

los hermosos fuegos de la juventud,

se han apagado

pero aun canto, aun juego,

aun hay claros de agua agitando mis venas.

 

El viento sopla dentro mí,

provocando lluvias y truenos,

que se asoman y fluyen hacia fuera,

agitando latidos, sumergiendo la piel,

golpeando el corazón y el alma,

con piedras de pasiones, arrastradas por el agua,

como rocas descendiendo de la montaña,

llenando mis ojos de verde y mares.

 

Los años de la juventud se fueron,

entre corrientes de sueños como aguaceros,

dejando mi voz ausente, sin palabras, sin acentos,

solo imágenes que corren por el pensamiento,

como recuerdos de épocas deseadas.

 

¿Dónde puedo hallar memorias y canciones?

¿Qué puedo hacer? Bosque mío,

para encontrar la piedra preciosa que he perdido,

la vida que se fue entre las manos,

las palabras que murieron sin decirse.

 

Pocos me comprenden, río mío,

quizás los errantes y solitarios.

Aquellos que dejaron sus palabras dentro de la boca,

para correr como niños que desean ver el sol nacer.

 

¿Adónde debo ir?

Si el viento mece mi alma, como hoja seca,

y los ojos se llenan de agua

entre anhelos y recuerdos.

Nadie me comprende,

como niño, canto, grito y juego

como viejo, canto, grito y juego

¿mañana quién dirá?

Qué canto, grito y juego

 

En mi bosque, por la noche.

En mi río, sobre el agua.

El viento sopla dentro de mí,

Hasta llevarme a tu alma.