Jesus Alejandro Reina

La ida

Estos ojos fundidos solo tocan oscuridad
y el aire mortecino que aún queda en la cripta
acaricia caldos pútridos de un pulmón que crepita.
Y como del infierno, pareciese escapar la calamidad.

Se duerme la muerte, se calma la corruptibilidad
para entregar aquella noche la última cita...
Para entregarnos los «te amo» que el orgullo evita
y así descansar en el perdón de tu bondad.

Solo me queda esta noche, amor de mi vida,
límpida y hórrida; cristalina y reivindicativa.
Una noche para firmar en el recuerdo del alma.

Esta noche me espera, amor, una irreversible ida,
brindemos y hagamos la velada significativa
aún cuando la fría lápida nos perturbe la calma.