Freddy Kalvo

La Palma

 

¡Colosal... se oyó aquel trueno

y el mar agitó sus olas!

Un gigante y sus charolas,

de sangre pobló el terreno.

 

La savia no tuvo freno

y pintó aquellas chabolas

con ceniza en fumarolas

que alentaron el fosfeno.

 

Con destello impresionante

se abrió paso aquella herida

como un río que sangrante

 

va buscando la salida

con el grito desafiante

de su boca enrojecida.