Este escampado pedazo de mar respira en la frontera de mis ojos, crece en los túneles de mis nervios añiles, fosforece en medio de un binomio de ternura, como la certidumbre de madrugadas meditando sobre la locura sicalíptica de tu piel. ¿Acaso somo dos seres de tinieblas navegando hacia la mitad de nuestra historia, azulando la noche? Debí haber sido fuego de delectación dispersa por las pestañas del mundo, pero soy la hierba de los deseos que soba la barricada de tu mente. Oigo el chasquido de mi carne de mujer contando cada estación del velero de tu cuerpo, que a veces se atreve ser pájaro planeando sobre la órbita de mis diagramas inescrutables. Hoy quisiera habitarme en las sílabas antiguas de la noche, como el insomnio agitado por el viento, sin más fronteras que desiertas lluvias desteñidas encrespándose en mi corazón trashumantes. Miro el inerme valle de amores ocultos sobre el ulular arisco del índigo horizonte doblado sobre nosotros y la luna me muestra su mueca de solitaria leona deshuesando cada palabra cautiva en las páginas de nuestros cuerpos. La espumosa noche es un velero surcando la morfina de la danza de nuestros deseos, mientras la madrugada copula con los ojos húmedos de nuestros pubis y nos posee y nos dormimos en ella.
Nelly Herrera- Argentina
Hacedora Literaria Neocracionista