Syol *

CREPÚSCULO

 

 

A la sombra de un óleo cautivo,
rubias arenas la brisa peinaba,
de un rojo cumbre amenazaba
la tarde caer, yo fuí testigo.
 
Llanto brotaba en los colores,
del vitral razgado entre los dedos,
y no hubo abrazo en su deshielo,
capaz de devolverle ya fulgores.
 
Se apagaron farolas en su sino,
a la mar hundían aquel dorado grito,
cielos envueltos en hábito infinito.
 
Era el roto abrazo de la hiedra,
la tarde sin la palidez de su vestido,
como la piedra oscura, fuí yo testigo.