Alberto Escobar

Que la Justicia haga el amor.

 

Que la justicia y la paz se besen. Antiguo testamento. El erotismo de la justicia que pretende que los hombres y las mujeres se sientan atraídos y se impregnen de ella en su actuar. La justicia y la verdad. La verdad aparece desnuda en sus iconos, la sin velo que llamaban los griegos. La espada y la balanza signos de la justicia, y deben ir juntas porque si no quedaría coja, la espada es el rigor de la ley, solo la espada significaría la violencia de la ley, del derecho, y la balanza sola significaría la impotencia de la justicia por sí misma de imponer sus decisiones. La justicia empezó con los ojos abiertos, indicando su clarividencia, y después se le tapó los ojos representando la injusticia, después se extendió esta imagen como atributo de la justicia, y también con un ojo tapado y otro no. 

 

 


Justicia y Paz, ¡Haced el amor!
Que la moral imperante no rompa
vuestras alas, ímpetu libre 
de hacer y deshacer, de trotar
cual caballo desbocado los designios
de la barbarie y vomitar, verter tripas,
senos y estirpe por doquier en señal
 de triunfo, de fuego maldito y otras hierbas.
Justicia versus balanza, balancéate 
frente a la mugre de la tiniebla,
deshazte de todos los prejuicios 
habidos y por haber, y siéntate a reposar,
a saborear tu victoria en el tétrico campo
de batalla; en ese donde las espadas apuntan
al cielo, enhiestas como falos de Príapos
y Aquiles rindiéndose ante la punzada de Paris.
La justicia debe guardar en su carcaj la bendita
espada de luz, esa Excálibur que rota 
sobre la roca se hizo definitivamente pedazos. 
Esas espadas que siguen en todo lo alto
porque el partido no ha llegado todavía
a su punto y final, esa sentencia en forma de pitido
que un árbitro de negro, una parca de pantalón
corto, extiende raudo en un aire tan ralo como viciado. 
Que la justicia vea está por ver.
Que su estética no importe, conque lleve parche
o deje de llevarlo no sea óbice, en sí mismo,
para categorizarla de más o de menos, porque ya es. 
¡Que la balanza y la espada sean sus atributos! Eso,
en sí mismo considerado, no significa nada, solo
un endiosamiento más, una idealización que acarrea
injusticias, y un casus belli de que gusta la religión
para matando extender su nociva semilla de mal. 
Toda justicia es supuesta —no la pongo en mayúsculas,
no me apetece— y toda suposición es nido 
de idealismos y de fracaso político subsiguiente
—véase la Alemania Nazi. 
No voy a seguir, estoy cansado de esto, de la justicia.
No merece más una palabra, unas figuras significantes
que se expresan negro sobre blanco; no más.