Su pluma gran forjadora,
reina en versos del amor,
¡si se tercia, del dolor!
el poeta canta y llora.
Con el alma voladora
y un arco de la armería
con la métrica de guía,
calculando bien el tiro,
con un profundo suspiro,
acude a su puntería.
Para aprender nunca es tarde
y de halagar muy temprano
se levanta siempre el vano
si por todo hace un alarde.
Se siente que la pluma arde
las pupilas se dilatan
y los anhelos retratan
una lágrima intranquila
que lentamente destila
un verso que lo delata.
Tal vez cause nula euforia,
quizás alguien la aborrezca.
Habrá quien si se enternezca
y la guarde en su memoria.
Con la mujer en la historia,
y del agua como tinta
es su carta variopinta
donde arena es el tintero
y la pluma es el barquero
que en la orilla va y la pinta.
Por sus besos suspirando
y con halagos la excito,
en sus labios me derrito,
la dulzura estoy besando.
De placer la voy llenando
en los años desvelada
Fuerza dúctil, fiera alada,
franca ofensa, que me atentas
lo que ofrendas, lo que sientas,
brazos laxos y miradas.
Es caer al precipicio
explotar cual dinamita
y que el alma te permita
resurgir desde el inicio.
Ese amor es un gran vicio
recorrer todo su mapa
La energía se me escapa
por no atravesar el muro
y mi ego lo configuro
al sentenciar su socapa.