Omar Flores

Ausencias

Te miras en el espejo y ves un rostro ausente que ha huido hacia la nostalgia dónde proliferan los recuerdos de lo que nunca fuiste y de lo que nunca volverás a ser, es un castigo autoimpuesto por el tiempo que viviste sin existir realmente. En dónde estuviste y en dónde estás ahora... Careces de un sentido de pertenencia, es como mantenerse atado en la estela del tiempo que no te deja encajar de manera precisa y cuando lo llegas a hacer, es solo para darte cuenta que estás en el sentido adyacente, que no desemboca en otro lado que no sea el sentimiento profundo de soledad.

 

La mirada en trance tan perdida como tus pensamientos que no logras reducir y desalojar, las cosas que le dan frescura tu vida se han reducido apenas a pequeños suspiros fugaces que son tan cortos como los sueños. Los sueños... No son tan extraños como tú al intentar comprenderte, al intentar profundizar en quién buscas ser: una mezcla de proyecciones e ilusiones impropias tan solo para agradar la mirada ajena, la percepción ajena o quizás, la propia hasta no saber si te engañas o te nombras. Es tan absurdo. Te sientes asustado, sientes que todos te miran, pero nadie te ve. Entre el bullicio logras encontrar un murmuro que te nombra, que parece percatarse de tú existencia te pone atención y no se pierde. Eres tu.

 

 A veces eres como un pedernal en constante chispa intentando encenderse, prender el fuego de una vida consumida en añoranzas, hay algo que no logras ver con claridad y todos los intentos hasta ahora han caído en el abismo de la vergüenza. Entre las cenizas quedan pequeños destellos que sobrevivieron al calor de la desesperación. Es como si estuvieran implorando no ser olvidados, recordándote que es por ellos por lo que debes vivir. A penas insignificantes, a penas duraderos, pero imprescindibles para continuar viviendo.