jorge enrique mantilla

Déjame mujer

Déjame mujer

 

Déjame salir mujer, de su ardiente y palpitante corazón

Déjame suspirar en otro amor y respirar en otra relación

Ver otra luz, otro sol, otro cuarto y otra habitación

Presenciar otra luna, otra oscuridad, que alumbre con su vela la cena y su función

Déjame componer otra poesía, otra melodía y entonar otra canción

Gritar con el alma el grito emancipador de la revolución

Déjame acariciar otros rostros y besar otros labios llenos de emoción y pasión

Quitarme de encima sus cobijas que, en las noches frías, enfriaban la relación

Deja que lleguen otros veranos, otros otoños y alejen el invierno de su estación

Déjame acariciar otros jardines, oler otras rosas que cuelgan de otro lejano balcón

Oler otras fragancias, otros perfúmenos, otras caricias y otra ilusión

Soñar y volar tranquilo en la soledad de mi imaginación

Déjame mujer susurrar otros oídos y escuchar de otros labios, otra información

No me espantes más, ni me llene de pánico, ni de caos, ni de confusión

Déjame conducir el camino de mi vida y manejar mi caballo, mi yegua y mi camión

Deja de robarme el alma, que me deja el espíritu desnudo, como ladrón sin pantalón

Ver otra película, otro final en otro teatro y otra acalorada función

Contemplar otros volcanes, otros triángulos amorosos y otra mirada de admiración

Déjame estar a solas y pedirle a Dios, su gracia, mi perdón y mi adorada bendición

Me llenas de pecados mujer, sin cura, sin reflexión, ni espacio para la confesión

Déjame besar otros labios, acariciar otro cuerpo y tener otra tentación

Solo veo su camino árido y polvoriento, que me acorrala en su callejón

Deja que el coronavirus se aleje de mi respiración y se alivie el agitado pulmón

Déjame volar a otro planeta, ver otra luna, otras estrellas y otra dimensión

Deja de enloquecerme con sus cantaletas, rabietas, soberbias y su espelúznate sermón

Me voy a dormir en otra estera, porque no hay espacio en su cama, ni en su colchón

Envenenaste el queso de la emoción y mataste la pasión y el rabo del ratón

Chamuscaste mi cuerpo en las llamas ardientes de su corazón y me jedaste como un carbón

Me arrebataste el lápiz, el boceto, el verso de la poesía y la musa de mi inspiración

Ya no serás más, mi dulce Dulcinea, ni yo seré su querido y adorado Napoleón

Me ahorcaste con el lazo de su amargura en el palacio de su inquisición

Me encerraste en la cárcel con sus barrotes, sin pena, sin reo, ni acusación

Déjame presenciar por última vez la bella naturaleza y su esplendorosa vegetación

Me herviste en su caldera con su pócima y ungüentos y me envolviste en su sazón

Me marcho para siempre de su lúgubre y terrorífica mansión

Deja de hacerte la crucificada y la que carga siempre con su procesión

Ya no me quitaras los pantalones, ni yo volveré a quitarte el brasier, ni la fragancia de su calzón

Deja que mi barca parta a otro puerto, buscando otro amor, otro placer y agite mi acalorada embarcación

Mujer, déjame tocar una melodía de despedida y mi última poesía, que salen de mis versos hechas canción, en mi acordeón

Vendrán otras adoradas y queridas mujeres, otros amores, otras pasiones, otros nudos, otro crucigrama, otra huida y otra salida sin eslabón

“Joreman” Jorge Enrique Mantilla- Bucaramanga agosto 24-2022