Ese otro que me mira soy yo.
Él sabe de mis desventuras y mis alegrías.
Él me renueva, me dice al oído que suba por las escaleras de caracol.
Mis pies se doblegan erguidos ante la luz y empiezo el ascenso.
Palpo el color de los árboles y huelo el ébano de la luna.
Allí me quedo un rato.
Miro hacia abajo, apenas veo unos cuerpos intentando llegar hasta el caracol.
Comienzo mi descenso.
Ese otro me acompaña.
Todo resuena dos veces. Mi corazón, mis pisadas.
Cuando estoy a punto de tocar la tierra.
Los sonidos son una sola melodía.
Ella está allí, me mira en dos veces como tratando de encontrar a ese otro que soy yo....
Entonces me tiende sus manos destiladas de uvas.
Las recibo comenzando por mi corazón.
Llevo su cauce a mi boca y juntxs comenzamos una nueva danza.