Vicente Martín Martín

Igual que una alegría se oxida de no usarla

Igual que una alegría se oxida de no usarla

así también

las lágrimas prescriben y al buscar nuevas rutas

terminan coagulándose.

A menudo me encuentro en las aceras personas que conozco,

gente amable, con rostro juvenil pero que llevan

cicatrices antiguas en los párpados,

no son suyas, me digo,

acaso sean adeudos que firmaron en piedra los escribas

de sus antepasados,

acaso sean los restos que dejaron dos siglos de utopías marxistas,

los muertos con sombrero de copa o las acacias

que sueñan pesadillas.

Mejor aún, recuerdos

colgados en el alma como agudos carámbanos

esperando a que alguien

-un broker o un cantante atiborrado de wisky-

los redima.