Justine Aislinn

Súplica de julio.

No voy a culparnos,

estas cosas pasan:

El amor. Insonoro.

De poco a poco

irrumpe en las vidas,

por entre la rutina de nuestras charlas,

del costado más filoso,

en donde más duele: Nosotros.

 

No estaba enterada de qué tanto te quería,

hoy despierto buscando tu nombre

(no estás, ya no estás, no lo está).

 

Busco nuestro encuentro,

encontrarte cercano,

entre ternura y no furtivos.

 

¿Y ahora? ¿Ahora ya es tarde?

Si tú me dueles, en este instante,

¿no vendrías a rescatarme?

Si te lo pido

-no como antes-

ya que quise decir: “Quédate, quédate conmigo,

guardémonos juntos en este momento,

no te vayas todavía.” Sin embargo,

de mi boca salió un: “Vete, sin rencores,

no volvamos.”

 

Soy egoísta, lo sé,

lo que pretendo es que me elijas,

lo dejes todo a mi lado;

Yo a cambio te doy mi vida,

es tuyo ahora este cuerpo,

es tuyo ahora mi afecto,

tuyas enteras mis caricias,

prometo ya no ser efímera.

 

Arroja lejos el miedo,

quédate.

 

No lances lejos mi alma

-escurre en llanto mi pena-

no permitas me haga recuerdo.

 

Dejemos de lado las despedidas

o sólo sufrámonos un rato,

permíteme llorarte,

alargando el adiós: una noche,

dos meses, tres años.

Estoy dispuesta a pagarte el precio,

no tengo intenciones de verte ya

sólo como un amigo.