Felicio Flores

Las alas de Ramiro

Corrió, corrió; corrió y… ¡pumba!, se cayó Ramiro; de nuevo. 

Dice que quiere volar como un pájaro e inventó un par de alas con las ramas 

de un árbol. Siempre fue inquieto, debió querer ser una hormiga y no un pájaro. 

 

Es la quinta vez que intenta volar el día de hoy y está muy lejos de sentirse frustrado.

Se lo ve muy atento reparando sus alas; como si fuera un ingeniero aeronáutico

se toma muy en serio su trabajo.

Cada vez que falla vuelve con más fuerza, pienso que cualquier día saldrá volando

en verdad; le ganará a la física por insistencia.

 

La abuela lo llama, es la hora del almuerzo. El chico come apurado, ensucia el mantel;

su ropa, el suelo. La abuela le dice que parece un cerdito y se levanta la punta de la nariz

con el dedo a lo que se ríen los dos. Cuando terminan de comer, Ramiro se baja de un salto de la silla

y sale corriendo a buscar sus alas. 

 

Allá va de nuevo, unos ajustes aquí y allí; parece que esta vez está decidido a emprender vuelo

el pequeño hombrecito, lo veo en su rostro. Tiene la mirada fija en un punto en el horizonte;

llena su pecho de aire, abre los brazos; corre, corre; corre, salta y…

 

Felicio Flores