Norberta Elisa

A HIDALGO.

         Mexicanos, en pié¡ Desde la cumbre

donde su inmenso espíritu fulgura,

bañado de la gloria por la lumbre,

en un mar infinito de ventura,

que acrecienta la grata certidumbre

de quq le amamos con sin par ternura,

Hidalgo, nuestro Padre, tiene hoy fijos,

sus miradas y anhelos en sus hijos.

 

¡Saludémosle en pié¡ Bién lo merece,

y más aún, su colosal grandeza,

que mientras más se mira, más se crece

y al perfilarse con mayor pureza,

cada razgo feliz que la enoblece,

más y más se destaca su belleza,

la admiracvión que inspira, es más profunda,

más ardiente el amor que nos inunda.

 

Porque eres grande, Hidalgo, entre los grandes,

ora difundiendo entre las aulas ciencia,

ya de los fieles con fervor demandes

para Dios, el amor y la obediencia,

o incansable de choza en choza andes,

la mente iluminando y la conciencia,

los vicios arrancando así de cuajo

y erigiendo altares al trabajo;

eres grande, al saber que se4 ha frustrado,

el plan que acariciabas con delirio,

de hacer libre a tu pueblo esclavizado,

por centurias hambriento de justicia,

y en lugar de sentirte amedrentado

al oir las fatídica noticia,

ofrendas a la Patria tu existencia

y proclamas su ansiada Independencia.

 

Eres grande en la lucha gigantesca,

en que alcanzas victoria tras victoria,

sobre aquella soberbia soldadezca,

que de triufar de tí, se vanagloria

y pierde su arrogancia rufianezca,

de ingrata, de tristísima memoria,

al sufrir, asombrada, las derrotas,

que le inflingen tus huestes de patriotas.

 

Calderón para tí, no es un fracazo,

porque ahí tus intrépidas legiones,

desde el romper el alba hasta el ocaso,

pelean también como leones:

es un mero accidente del acaso,

de enorme alcsnce y serias proporciones,

que si de otros quebrantan el estoicismo,

no doblegan tu fé ni tu heroísmo.

 

No recordemos la traición maldita¡

Una bella aureola resplandece,

circundándote ya, desde Acatita.

Tu vida, Padre, no te pertenece,...

Y al consumarse la oblación bendita,

que de hinojos la Patria te agradece,

de Calderón, en el lúgubre escenario,

te asemejas al Mártir del Calvario.

                          Palas

                        18-IX-2010