Enrique Girona

Lágrimas congelantes

Nieve polvo acomodada en la calle,
la calle que me inclina la razón
del grito que ha amanecido esta tarde
y en polvo ha deshecho mi corazón.

Hoy se ha desplomado cada palabra
sobre lecho encharcado que no habló,
llorado hielo de cada mañana,
estrujadas caricias sin amor.

Empaparse de mechones de enero
que vetan a las manos del calor
respirado entre plumas y cabellos
que nunca han abrigado al corazón.

Yo me derrito cuando ella está cerca,
ella se hiela si cerca estoy yo,
ataviadas con entibiada cera
dos velas que perdieron el color.

Dicen que será peor ese invierno
en que la nieve vista de marrón
y las palomas graznen que la quiero,
aunque a sus oídos llegue un rumor.