Entre valles muy profundos,
por escarpadas montañas,
siguiendo rutas extrañas
surcábamos esos mundos.
Al igual que vagabundos,
sin tener que rendir cuentas,
caminábamos a tientas
para encontrar un lugar
donde podernos amar
más allá de los cincuentas.
Surgió un lugar encantado
muy cerca de las estrellas,
donde las noches son bellas
cuando estás enamorado.
Llevo en el alma gravado
aquel mágico momento,
mirando hacia el firmamento
dije cuánto te amaría,
que hasta el final te sería,
fiel a nuestro juramento.
Quisiéramos disfrutar
la eterna felicidad,
la que dicen que es verdad
no dejándola apagar.
Conjugando el verbo amar
hasta acabar nuestros días,
con nuestras almas rendidas
a esta atracción especial
la parte tan esencial
que las hace estar unidas.
Classman