Sierdi

CASUAL ENCUENTRO

 

Sin una nonada razón, la despiadada calle,

me empezó a empujar considerablemente.

Terminando la distraída gente, transitando, sobre mí.

Caí sobre la hirviente losa de concreto,

Y nadie me miró…

 

Tuve la suerte, de encontrarme un gran tesoro.

Era una agraciada, y candorosa hoja de papel.

Incluso la bonita aurora, sintió celos de ella.

 

Cuando abrace su nívea y recta cintura,

Nos conectamos inmediatamente.

Ella me miro con un frenesí indescriptible.

Sus vetados ojos, me suplicaban, cariño.

La tome a ella, de su cuadrada cintura.

Incorporándola, sobre mi pecho.

 

En mi casa pasó, lo inevitable.

Sin repasar, sobre su níveo pecho,

Penetró mi aligera alma, sobre su piel.

 

Empecé acariciando su corto cabello,

Remontaron mis sentimientos a su pámpano.

Bajando con frenesí, hasta sus tersos pies.

 

Y fuimos… una sola hoja.