José Luis Barrientos León

Lluvia de invierno

Las gotas caían insomnes

como doncellas ruborosas

sobre las rosas y amapolas

danzando impúdicas

en las hojas de los árboles

llorando lágrimas de entrega

sobre el río liberado

 

La lluvia, despertando entre flores,

que abren sus cálices de aromas

ante relámpagos sublevados

 que iluminan sus pétalos

como mejillas pudorosas

bajo el cielo melancólico

 

Las gotas se desnudan

sobre el verdor del campo,

entregando su humedad

como danza incitante

con fatua sonrisa a la mañana delirante

donde sediento el crisantemo

las contempla lleno de embeleso

 

La lluvia cae despierta,

 sobre cuerpos afrodisiacos

de pieles fundidas con almas liberadas

anhelantes de lágrimas de rocío

que revivan labios sedientos,

áridos latidos, de deseos olvidados

 

Las gotas que escondían la lluvia

nadan en el mar de tus recuerdos

despiertan como nácar inmaculado

en tu pecho cual jardín humedecido

donde en  inocente entrega se evaporan

para volver a la nube y ser ternura