shao

Yo me rindo a Él

En el día solo,
cuando el desierto
parezca sin fin
y la luna ni se asomare.
Cuando mi boca calle
y el rostro mudare.
Alzaré un clamor
que a tu trono llegare. 
Aunque la noche sombría 
intente menguarme.
De madrugada mi llanto 
he de entregarte.
Con un gemido tan profundo 
que solo el espíritu sabe darte.

¡Oh! si lágrimas se secaran 
y el corazón cual hierro
de su dureza en peso caere.

¡Oh! Dios mío, acuerdate
de los días buenos;
cuando ríos nacían 
y como aroma de flores
hasta tu presencia subía
lo que en mi corazón ponías.

Dame un toque tuyo
para que fluya la alabanza.
Dame tu palabra
para fortaleza de mi alma.
Y que el mundo grite;
¡Dios es mi refugio y esperanza!
¡Mi pronto auxilio en las tribulaciones!
¡Que viva Cristo, que viva el Rey!