Alberto Escobar

Tu mirada

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Tu mirada es golondrina azul,
una golondrina sin verano,
sin nido ni vuelo, una mirada
que cruza los mares, los ríos,
los lagos y lagunas y se posa;
se posa cuando está cansada,
se asienta en el verde prado,
en la calma marina de una vela,
en el mascarón de mi espera,
en el transcurso doloroso 
de una ausencia prolongada.
Tu mirada es patria, tierra;
tu mirada es chicharra, acostarse
bajo la encina ardiente de junio,
bajo la pausa que sigue al silencio
de un verano furibundo y amarillo.
Tu mirada es tarde de siesta, 
es sobremesa que espera café,
pastas y risas, conversación sin fin
ni principio, ni tema, ni tiempo...
Cuando superpongo mi mirada a la tuya
mis ojos se hacen hiedra, un ramaje
brota incontenible del fondo del iris
y se confunde con los rasgos:
la nariz se hace puerta, las orejas ventanas,
la boca la sentina de mis sentimientos, 
la cloaca máxima de una urbe romana
que los tiempos mandaron al carajo.
Cuando tu mirada se extiende hacia mí
mis murallas no dan abasto, sucumben
como cartas superpuestas cual castillo
en el aire y tiemblan; me tiembla hasta
el tuétano de los huesos y claudico,
me entrego a tus encantos y rezo,
rezo para que este momento no cese,
sea eterno de eternidad, uno solo,
tú y yo, yo y tú, y aparte, el mundo.