Gustavo Echegaray

Soledades

Pasa el manto de la noche
en una letanía que carcome,
cual roedor insaciable,
los sesos que no duermen.

El tiempo es un gitano
que recorre la circunferencia
interminable que lo encarcela.

La soledad, un remolino
que engulle con sus fauces
recuerdos subterráneos,
anhelos postergados.

Se dibujan en la memoria,
estilográfica de la ausencia,
las siluetas de la nostalgia,
los rostros del olvido.

Cae como lúgubre hojarasca
el tañer de un campanario.
Lucha un puñado de luz
con la madrugada universal.

Y yo, en mi soledad… espero.