KEREN FELIZ

REGRESO TARDÍO

Dices que me extrañas, que deseas verme,
que no has aceptado la opción de perderme.
Me pides nos demos la oportunidad
de volver a amarnos con sinceridad,
renovar los votos y reconciliarnos
echando al olvido los tiempos amargos. 

 

Dices que te sientes muy abandonado,
que a fuerza de golpes tu vida ha cambiado,
que ahora valoras los tiempos hermosos
en que estando juntos éramos dichosos.
Con rostro cansado, con ojos muy tristes
al feliz pasado, retornar me insistes.

 

Dices que tu ser ahora está incompleto,
que tu hogar al irme trocose en desierto;
afirmas que sólo mis manos te llenan,
que sólo mis besos sinceros completan
el vacío infinito que inunda tu alma
y la honda carencia que lenta te mata.

 

Dices que me adoras, que me necesitas
y que te arrepientes por todas las cuitas
que por tu inconstancia y enorme ambición
sembraste en mi pecho con maquinación,
porque en aquel tiempo poco te importaba
el cruel sufrimiento que me aniquilaba.

 

Dices que en tu vega no nacen rosales,
que sólo cosechas hirientes zarzales,
que ya en tu ventana no brilla la luna,
que en tus viñedales no crecen las uvas;
que sólo el milagro de mi buen amor
a tu cielo puede retornarle el sol.

 

Pobre amigo mío, no sé cómo hablarte,
qué palabras digo para no dañarte;
créeme agradezco la actual devoción
con la que hoy regresas a pedir perdón,
mas fue tanto el daño que me proferiste
que tu hondo lamento me parece un chiste.

 

Como ves mi amigo son nuestras acciones
las que finalmente nos dan las lecciones,
si son acertadas podemos triunfar,
cuando son erradas solemos fallar,
por eso si obramos con sabiduría
sin duda tendremos altas alegrías. 

 

Pero en tu extravío seguiste otro rumbo
y sin precauciones te lanzaste al mundo,
dejaste un diamante de mucho valor
por las nimiedades de endeble pasión,
dejaste la esposa que tanto te amaba
por fatuas lisonjas que el azar te daba.

 

Ahora no puedo coser tus promesas,
más que quedar rotas quedaron deshechas,
volver a mi puerta tarde decidiste
cuando viste helado el amor que perdiste.
Por haber jugado ficha equivocada
tienes tu lección:¡quedarte sin nada!