Beto Cruz

BICENTENARIO

¿Cuantos días, cuantos años?,

tantas vidas entregadas,

tantas memorias enterradas,

tantos ojos que tuvieron los mismos sueños.

 

Tantas cosas tuvieron que pasar,

tantas cosas dignas de celebrar

y muchas otras para olvidar,

pero ahora la dicha nos embarga.

 

Nuestros ojos vislumbran un anhelo

que muchos desearon presenciar,

dieron su vida como ofrenda,

y encontraron  su paga en el cielo.

 

Somos privilegiados de atestiguar,

de contemplar la libertad y sus corolarios,

de poder olvidar todo para celebrar

que pisamos esta nación en su bicentenario.

 

Despertemos pues de sus nichos,

a todos nuestros héroes,

doscientos años antes iniciaron

lo que hoy recordamos, otra vez.

 

 Y que al imitar el grito de Hidalgo,

que no salga de la boca sino del pecho

que lo pueda oír unísono en su lecho,

 y que grite la nación entera

que se encienda en los corazones una hoguera.

 

Que grite las campanas de Dolores,

que se manche el cielo de colores,

que griten nuestros ríos y nuestros mares,

que se olviden los dolores y los males.

 

Que griten las ciudades urbanizadas,

que griten sus majestuosos monumentos,

que griten los pueblos y sus calzadas empolvadas,

y sus verdes paisajes, llenos de sentimientos.

 

Y que el grito de nuestro país,

no sea tan solo de una noche,

que no sea un momento de derroche,

sino el inicio de un futuro feliz,

que sea la motivación de hacerlo mejor,

de alejar la pobreza, la miseria y el terror.

 

Celebremos hoy, que nada nos acongoje,

porque es la gloria la que hoy nos acoge,

en este país grandioso, solidario y mágico.

Por hoy y siempre ¡Que viva México!