Antonio Martín

Los pulmones de la tierra

Pobre el árbol que se ve
arrancado de su bosque
y arrastrado por la selva, 
por el hacha y por la sierra 
en trasiego delirante. 


Triste el eco de la selva,
con un desatado aroma, 
a serrín y verde yerba. 

 

Entre las sombras y claros, 
viendo como muere un árbol
está la selva llorando.

 

Los guacamayos clamando, 
por tan drástica visión, 
y el rugido de la sierra 
calla al pájaro cantor. 

 

Árbol de esta fértil tierra, 
que no muera el Amazonas, 
entre dientes de una sierra.