Ellas, la razón de ser en nuestras vidas,
las tórtolas bellas, la fiel esperanza,
los besos eternos, las casas floridas
en cual dan refugio con plena confianza.
Entregan caricias tan tiernas de amor
y nos buscan el pan valientes y obreras;
pues saben amarnos y son compañeras
brindando sus vidas con todo y dolor.
Pues son constructoras del largo camino,
sus dichas renacen con sabios dilemas,
con ellas la vida traspasa problemas
por ser las proezas del cielo Divino.
Sus almas y voces nos brindan aliento,
conquistan la mente con toda belleza:
con ellas el sueño se vuelve alimento
llenando el vacío con gozo y destreza.
De día y de noche siguen nuestros pasos,
y en todos lugares somos sus reflejos:
sus grandes méritos son darnos consejos
para que triunfemos frente a los fracasos.
Son grandes artistas de un plano fecundo,
también son las rosas que tanto añoramos:
por ellas contentos aplausos les damos,
pues lo son todo; nuestra luz, nuestro mundo.
Samuel Dixon [17/05/2022]