En la inmensidad de la noche un halo de luz ha llenado mi ser y desparramado con ella
gota a gota el sentir tibio que posa en tu mirada,
que eriza mi piel y la cubre de esperanzas.
El umbral de la primavera ha sembrado en el jardín de los sueños aquel anhelo impregnado en
este ansioso corazón que en horrendo suplicio se encontraba.
La vida se ha llenado de tu fragancia y de tus pétalos se ha empapado,
bebiendo el néctar embriagador que de tus labios corre en un torrente y se ha postrado a tus pies,
extasiado para adorarte.
La habitación se ha engalanado con tu presencia refulgente, cuando mi piel sintió erizarse bajo
tus manos y tu cuerpo sudoroso temblar,
cual si fueran hojas de aquella exótica flor, a pasos de la primavera.
Unirse la luna y el sol hubieran querido al deleitarse juntas ante aquel manantial que de tu cuerpo emanaba,
entrelazadas en un recorrido serpenteante de exuberante belleza,
para desembocar llenos de paz en el caudal de tu ser.
Se han unido los cuerpos y en desbordantes ríos de esplendor se ha forjado en el tuyo un paraíso de frutos prohibidos, sin mitos, sin leyendas,
ahogando de pureza celestial y lisonjeras realidades la intimidad que desborda mi alma, plena en su sentir, a pasos de la primavera…