Madre, anoche vi el firmamento más iluminado.
Las estrellas chispeaban con intensidad a tu lado.
Los ángeles cantaban a gloria,
se sentían bien acompañados.
Madre, en el Cielo no dejes de reír,
aquí, en éste gran vacío de silencio
tu sonrisa la extrañamos,
la dulzura que desprende tu alma,
en los corazones con amor la llevamos.
Madre, hoy todos preguntan por ti,
no te ven pasear en el parque,
la silla que ocupabas en el café de Pedro
desde hace tiempo está vacía.
Yo les digo que estás feliz,
que el Cielo estaba triste y gris
hasta que llegaste para iluminarlo.
Madre, ayer tarde hablé con Manuel
y con tristeza en sus ojos llorosos
ha reservado: la fruta más fresca
que tanto te gustaba,
una cesta de mimbre llena de ternura
e inolvidables recuerdos.
Madre no te olvidamos!.