Rafael Parra Barrios

La edad, obra de Dios!

 

 

La edad, obra de Dios! 

Si miras atrás, 
si das un paseo 
por el ayer,  
entre oasis y desiertos, 
ciudades y pueblos,  
sentirás el valor  
de celebrar la  edad 
que Dios te regaló.  
Tiempo y dimensión, 
trayectoria y transición,
recorrido terrenal.
Lapso que entraña
evaluar el devenir,
despedir el pasado,  
avizorar el porvenir, 
y echar el resto 
en el presente,
el reto de siempre.
La vida es ahora 
y hay que asumirla, 
sufrirla y disfrutarla 
Es un paisaje  
de matices
alegres y tristes,
que anda y desanda, 
más su porte, 
es legado y horizonte.
Existir allá o aqui,
en la distancia,
o en la presencia,
es un sentir,
donde el querer 
y el abrazo 
son el amanecer 
o tal vez, el anochecer. 
Y si osas dar 
un paseo por el futuro, 
vivirás el valor 
de estar acá y solo así,          pensar en la hora 
que vendrá, 
ese mañana latente,
que en segundos, 
existirá.
La edad es el trecho vivido,
su justa medida, 
el kilometraje,  
la duración 
que Dios ha dispuesto, 
la magia del advenimiento
y el misterio del adiós.
El tiempo es uno solo, 
porque se adhiere 
a lo que eres, 
en las sendas 
y en los cielos, 
que como aves
es sublime vuelo
para atrapar 
lo que te atreves.
La edad es el estuche 
de tu ser, 
donde se guardan
los años,
todo lo que viviste ayer, 
tus logros y peldaños. 
Es el camino
tempo corporal, 
que tiene fecha natal, 
pasos, huellas 
y  estampas, 
antes de caducar.
La edad es una bendición, 
un día, un año o más,   
hazlo bien, 
pues, solo tu obra,
te dará luz y eternidad.