Matias 01

Demasiado frío

Demasiado frío en este invierno,

con su temporal que arraiga y desnuda los huesos

humedecidos en el silencio;

Demasiado vértigo que acorrala desde adentro al cuerpo

que se aleja de su alma;

Este aguacero llega con sus limaduras de la suerte

hasta la sedienta copa del olvido.

 

El agua empozada, oscura y antigua,

que ha de pasar lentamente,

que se ha de secar

con sus lóbregas almas abrazadas al frío;

Es agua dura, de unos ojos que agotaron sus ríos

mirando el horizonte,

arrastrando nada bueno, llevando

esa demencia que se escurre en la estruendosa

soledad.

 

Y la pared que también se mueve,

es un muro vivo, hambriento,

que mira y quiere abrazar -como quien

abraza a su corazón-

a quien va como un ataúd perdido

a su buena suerte;

Ahora que todo yace, ahora que todo huye

de su cuerpo, la puerta se cierra

y se desmoronan las rejas

ante su enorme libertad…

 

Luego se oyen algunas preguntas:

¿Quién cada noche renueva su sombra,

y -como ahorcado- se balancea

de su cruz cansada y aburrida de su carga?

¿Quién lleva la sed en su memoria

y en la forma de sus huesos

que va toda la noche dando vueltas

alrededor de su silencio?

Y entonces las preguntas vuelan:

Porque estar en el silencio: ¿acaso para oír

el eco de las voces que se han ido?

Porque pasar tanto tiempo en la penumbra:

¿acaso para visitar a los muertos?

¿Cuál es el sentido de ir al encuentro de alguien

que no viene, que no vendrá ya…?

 

Y la sombra apegada a su mutismo murmura:

solo intento oír a la verdad

y saber por qué la luz golpea y hiere

los ojos,

porque la vida te desgarra como un buitre

las entrañas…

Quiero saber si la muerte es tan cruel

como la vida…