A veces no me acuerdo de mis pasos,
de las raíces del viento,
de los que no me amaron
y solo perturbaron mi sombra.
A veces no tengo tiempo de vivir
e intento respirar
pues me ahogo en los miedos,
en la escasez de palabras,
en la austeridad de los sonidos.
A veces no recuerdo mucho.
A veces no recuerdo nada,
pero sigo dentro de mi
inventando otros mundos,
otros seres,
y/o casi siempre relleno hojas
con insípidas palabras
que reflejan que no he muerto,
porque en todos los tiempos,
lo más trascendental
siempre
ha sido amar.