José Luis Barrientos León

Todo era cansancio

 

Todo era cansancio

una ventana en la pared,

que no miraba a ninguna parte

un ojo al mundo

y el otro al recóndito lugar de mi esencia

 

El tiempo marcando errores en incontables segundos

multitudes que se asoman entre mi soledad dominante

abriendo múltiples espacios de alegrías y sufrimientos

porque yo soy esa contradicción de tristeza y delirio  

de vértigo y quietud con mi lenguaje casi obsceno

que cuestiona la vida y espera la muerte

 

Todo era cansancio,

hasta que el espejo se quebró en mil pedazos

y la ventana se abrió para dejar de mirar afuera

y permitir que la luz ingresara

aclarando que la cuestión era de vida y no de muerte

 

Que yo me aguardo a mí mismo

que mi dolor se ejercita sin mentiras ni remordimientos

porque de él resurjo y soy simiente

que mi alegría vibra sin moral y es ardiente

porque de ella surge mi raíz y soy latido

Soy poema permanente

inquietud de repente

Soy pasión envolvente

y el contrario inesperadamente

Soy la carne que consume

y la entrega que nos une

 

Todo era cansancio,

hasta que decidí ser voluntad y ánimo

ser el reloj de mi propio sentido

la flor virginal de mi conciencia ingenua

el felino audaz de mi sentimiento y entrega

la dulzura y el fulgor

la pasión que me sosiega